EL FINAL DE 'ET, EL EXTRATERRESTRE' EXPLICADO

El final de ET, el extraterrestre, contra todo pronóstico, sí, también necesita ser explicado (no en plan Origen, ni Shutter Island, ni Interstellar, no te vayas tú a pensar; más bien en plan Regreso al futuro o Cadena Perpetua). Hay miscelánea sobre la película para aburrir: desde la escena eliminada en la que salía Harrison Ford, marido por aquel entonces de Melissa Mathison, guionista de la película, haciendo de profesor del colegio de Elliot (Henry Thomas) hasta cómo con la introducción de la edición digital, por arte de magia de unos y ceros, las armas que blandían los agentes del Gobierno que perseguían a Elliot y a ET se han convertido desde el estreno de la película en inofensivos walkie talkies. Hay teorías para aburrir: las que quieren conectar a ET con Encuentros en la Tercera Fase y las que quieren conectar a ET también, sí, también, con el mismísimo Universo de Star Wars a través de ese disfraz de Yoda que causa cualquier cosa menos estupefacción al alienígena que nos ocupa (y que alimentó con mucha leña La amenaza fantasma al sentar a insignes políticos de la misma especie de ET en el Senado). Se ha hablado sobre todo ello por activa y por pasiva. Pero, ¿te has parado a pensar alguna vez en por qué sabemos que es la madre de ET la que le recoge en la escena final? ¿O de qué va realmente la película? Porque están los sesudos críticos que aseguran que es un biopic disfrazado de la infancia de Spielberg, que son básicamente los que no pillan que no es otra cosa que una metáfora sobre crecer, sobre hacerse mayor, sin necesidad de que seas Spielberg. Bueno, y también es sobre algo más. Nosotros te queremos hablar sobre el final que podría haber sido, y, afortunadamente, no fue, y de paso respondemos al resto de dudas.

Claro que ET es una película sobre la infancia. Pero no solo sobre una infancia, así en singular, sino que es una película sobre muchas infancias. Leyendo crónicas de su estreno, un 11 de junio de 1982 (benditas hemerotecas digitales), te enteras de que hubo niños que llegaron a enfermar al salir del cine, después de ver la escena en la que ET despegaba en la nave con su familia y dejaba a Elliott atrás en un nuevo abandono, esta vez, necesario, que no pretendía hacerle daño. Un psicólogo llamado Richard Sloves investigó después este fenómeno (fueron más de uno y más de dos niños) y se encontró con que estos niños tenían padres que, como el de Elliott, se habían ido de casa después de un divorcio. Spielberg obviamente canaliza el trauma de su experiencia infantil: la soledad y la desorientación que siguió a la separación de sus propios padres, el hogar desestructurado... todo eso está en la película, pero es la experiencia individual a partir de la que se construye una historia universal. Porque va más allá de esa única infancia. Está el miedo infantil, a la noche, a los ruidos, a perder a un ser querido (el miedo de Elliot cuando ET se cae en el baño). Y luego está esa frase, que es la frase universal, la que trasciende a la experiencia de Spielberg: "Creo que nos estamos muriendo". Ese conocimiento en la infancia de que nos vamos a morir algún día, cuando tenemos una cierta conciencia sobre lo que es dejar de existir, pero todavía no tenemos claro qué significa eso de "algún día" (¿cuándo es 'algún día' para cualquier niño menor de 10 años?). Cuando pronuncia esa frase, Elliot, catapum, ¡somos todos nosotros! Lo raro es que no todos los niños fuéramos directos al Niño Jesús después de ver la película.

Pero la película, decíamos, es más. Spielberg le contó la historia de su vida a Mathieson durante el rodaje de Indiana Jones en busca del arca perdida, en los descansos del rodaje en Túnez. El joven Spielberg se lo contó intencionadamente; quería que convirtiera esos recuerdos en una película. Por eso le habló sobre su amigo imaginario de la infancia, el hermano que nunca tuvo y el padre que ya no estaba en casa, al mismo tiempo. Y Mathieson le escuchó, pero llevó la historia más allá. "Creo que la película trata sobre dos criaturas que, sin nada en común, son capaces de entenderse. Si este pequeño niño de la Tierra y el pequeño alienígena pueden llegar a entenderse, sin tener absolutamente nada en común, cualquiera debería poder entenderse [con otro ser humano]", explicaba Mathieson en una entrevista poco después del estreno. Y, venga, vamos ya con el final original.

Ahora es cuando llegamos al final original. Porque había una escena más, una escena a todas luces innecesaria. Una escena que, ojo, no se llegó a rodar. Después de que ET se aleje en la nave con su familia, había un fundido en negro y una nueva escena en la que había transcurrido poco tiempo y en la que Elliot, su hermano y sus amigos jugaban concentrados a Dragones y Mazmorras. Elliot, después de toda la aventura, se ha convertido en el amo del calabozo, germen del Will Byers de Stranger Things. La cámara iba alejándose y nos mostraba otra habitación en la que el comunicador que había construído ET seguía funcionando. Elliot seguía en contacto con ET. De haber dejado esa escena, se habría roto la tensión dramática del final que todos hemos visto: si ET se queda, si Elliot tiene la oportunidad de seguir en contacto con ET, no hay lección. No habría aprendido que la vida consiste, demasiadas veces, en tener que dejar que las cosas se vayan, y que el hecho de que las cosas se vayan, no siempre es malo. El final, estarás de acuerdo con nosotros, habría sido muy diferente. Eso, por no hablar de que habría dado pie a que alguien pensara en una secuela. Menos mal.

2023-06-11T07:48:39Z dg43tfdfdgfd