¿POR QUé LOS JóVENES SON MENOS FELICES AHORA QUE LOS DE LAS ANTERIORES GENERACIONES?

Los jóvenes son cada vez menos felices, y los expertos dirigen su mirada hacia las redes sociales para encontrar la razón detrás de esa tendencia después de que el último Informe Mundial de la Felicidad impulsado por la ONU haya sacado a la luz datos bastante pesimistas.

El estudio revela que los jóvenes podrían estar atravesando el equivalente a una "crisis de la mediana edad", puesto que los datos apuntan a que son cada vez menos felices y la tendencia cada vez va a más. Un envejecimiento —en lo que se refiere a felicidad— al más puro estilo El curioso caso de Benjamin Button

Pero, ¿qué está pasando exactamente?

El panorama que nos ha tocado vivir (y la calidad de vida)

A nadie se le escapa que sobran motivos para estar descontentos con el panorama actual: dos grandes guerras (entre Rusia y Ucrania, y Hamás e Israel) amenazan con desatar un conflicto global a gran escala; una economía precaria en un contexto de inflación muy elevada y muchas dificultades para los jóvenes a la hora de acceder a una vivienda; el calentamiento global (y la insostenibilidad de por sí que conlleva combatirlo); la inestabilidad política o, como señalan cada vez más expertos en salud, el crecimiento de las redes sociales y de las amenazas que estas representan.

El estudio revela que países como Estados Unidos presentan un nivel de felicidad inferior al de otros como El Salvador, que actualmente encabeza la lista de países con mayor criminalidad. Un mundo de paradojas pero, a pesar de todo, muchos expertos recuerdan que vivimos actualmente "el mejor momento de la historia de la humanidad".

¿Quiénes son los ciudadanos más felices del mundo? El informe de la ONU apunta, un año más, a Finlandia, que también ocupa lo más alto de la clasificación (junto a sus vecinos del norte de Europa) en lo que respecta a calidad de vida. En lo alto del ranking también figuran Islandia, Suecia, Israel, Países Bajos, Noruega, Luxemburgo, Suiza y Australia. Por contra, los ciudadanos más infelices están Afganistán, Líbano, Lesotho, Sierra Leona, República Democrática del Congo, Zimbabue, Botswana, Malaui, Suazilandia y Zambia.

Más allá de la clasificación por países, el informe subraya la diferencia generacional en términos de felicidad: las personas nacidas antes de 1965 —boomers y sus predecesores— son más felices que aquellas que han nacido después de 1980 —millennials y generación Z.

¿Cómo es posible?

Del efecto nocivo de las redes sociales al impacto de la pandemia

El doctor Vivek Murthy, la principal autoridad sanitaria en el gabinete del Gobierno de Joe Biden, apunta en The Guardian a las redes sociales como una de las principales razones de esta caída en la felicidad de los jóvenes. Murthy compara que los niños utilicen redes sociales a darles un medicamento que aún no se ha probado lo suficiente.

Los adolescentes estadounidenses pasan una media de casi cinco horas al día en las redes sociales (los menores españoles pasan unas cuatro horas de media al día frente a la pantalla), y un tercio de ellos permanecen despiertos con sus dispositivos hasta medianoche entre semana. Murthy reclama que los políticos legislen "ya" para reducir los daños que las redes sociales causan a los jóvenes, por ejemplo, limitando o eliminando funciones como los botones de 'me gusta' y el scroll infinito.

Otro de los puntos que más puede haber incidido en los últimos años en términos de felicidad es la pandemia de coronavirus. El estudio, que nace de una colaboración entre Gallup, el Oxford Wellbeing Research Centre, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU y el Consejo Editorial del Informe Mundial de la Felicidad, señala que "la tendencia global positiva en la satisfacción vital" entre las edades de 15 a 24 años acabó con llegada de la pandemia y del coronavirus.

Un reciente artículo de The New Yorker, reflexiona acerca de cómo todos hemos vuelto a la normalidad con aparente facilidad tras los estragos históricos del covid y la manera drástica en la que cambió para siempre nuestras vidas. Adam Gopnik achaca ese "olvido" de los acontecimientos que vivimos a la necesidad de pasar página y de no hacer frente a retos en los que nos vemos sobrepasados. 

Pero a lo mejor estos datos reflejan, como también se atisba en el propio artículo, que nos ha podido afectar de forma más profunda, sobre todo a la población más joven, a la que ha podido dejarle impregnado cierto aire de cinismo y melancolía que ahora trasladan a su presente y a las inciertas posibilidades que les esperan.

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