DESDE ENTERRAR LA ANSIEDAD HASTA REJUVENECER LA MENTE: LOS BENEFICIOS DE JUGAR COMO NIñOS CUANDO SOMOS ADULTOS

Durante la infancia, jugar es un acto casi obligatorio. Los beneficios del juego para los más pequeños son más que conocidos. Como explica UNICEF, los niños desarrollan a través del juego las competencias cognitivas y sociales, el bienestar emocional y una buena salud física y mental que les prepara para la edad adulta. Sin embargo, a cierta edad, las personas dejan de jugar con intensidad y de la forma en que lo hacían de niños. ¿Cuáles son los beneficios del juego para los adultos

Por supuesto, esta idea de jugar en adultos no tiene nada que ver con los juegos de azar o de apuestas, que son un problema y que hasta pueden generar una enfermedad crónica en muchos casos. Sino que estos profesionales cuando hablan de jugar lo asocian al juego que las personas hacen de niños y que es positivo mantener de adultos, de otra forma, porque es una actividad positiva y placentera. 

Numerosos profesionales de la psicología y la psiquiatría han estudiado cómo el juego como niños pero en adultos mejora notablemente el bienestar de las personas. 

Lo primero que hay que entender es qué es el juego. Stuart Brown es médico, psiquiatra e investigador clínico, y un profesional pionero en la investigación sobre los beneficios del juego en adultos. Esta es su definición del juego: “Es un estado de ánimo que uno tiene cuando está absorto en una actividad que proporciona disfrute”.

Por lo que, el juego no solamente se entiende en la forma en la que juegan los niños, sino que en la vida adulta se puede dar también casi diariamente de diferentes maneras. 

Jugar para adultos implica mucho más que diversión 

Mercedes Bermejo es vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y explica a Newtral.es que “es cierto que el juego está asociado a una parte de la infancia, pero también es interesante que en la etapa adulta se aprenda a mantener esa actividad lúdica”. 

El juego para adultos está especialmente indicado para aliviar periodos de estrés y ansiedad. “En momentos de estrés y ansiedad, como profesionales de la psicología, promovemos que los adultos jueguen en entornos familiares o de ocio”, asegura Bermejo. 

“Cuando jugamos segregamos dopamina, que hace que mejore nuestra salud mental y provoca estados de ánimo agradables y placenteros”, apunta. 

En esa misma línea se pronuncia públicamente Peter Gray, psicólogo y profesor investigador en la universidad de Boston College. Asegura, igual que Brown, que “dos personas pueden estar lanzando una pelota o escribiendo en el ordenador, y una puede estar jugando, mientras que la otra no”. Por eso, explica, “para saber quién está jugando hay que inferir de sus expresiones y de los detalles de sus acciones”. 

El médico y psiquiatra Stuart Brown fundó el Instituto Nacional del Juego en Estados Unidos. Dedica su vida profesional a explicar la importancia de seguir jugando en la vida adulta. Asegura que “los juegos implican mucho más que diversión”. 

“Existe evidencia científica sobre los beneficios del juego en adultos”, empieza explicando Brown en una charla TED que ofreció en 2008.

“Nada estimula más que el cerebro como jugar, porque nuestra especie está diseñada para jugar durante toda la vida, y lo contrario al juego no es el trabajo, es la depresión”, admite Brown. 

En resumen, jugar mucho, y además hacerlo en la vida adulta y no solo durante la infancia, hace adultos felices e inteligentes, porque el juego está tan profundamente arraigado en el cerebro que sirve como motor de motivación básico, explica el propio Instituto Nacional del Juego. 

Sumado a todo lo anterior, otro reciente estudio realizado por la Universidad de Hong Kong quiso analizar el impacto que tiene el tiempo dedicado al juego en la inteligencia emocional, los rasgos emocionales y la resiliencia de los adultos más jóvenes, aquellos entre los 19 y los 25 años. Lo que se denomina, según el estudio, como “adultos emergentes”. 

Los resultados mostraron que las experiencias de juego fortalecieron la inteligencia emocional y la resiliencia. Además, los hallazgos respaldaron la hipótesis también de que el juego tiene un papel importante a la hora de fomentar emociones positivas.

Jugar para enterrar la ansiedad 

Un grupo de psicólogos de Nueva York de la ‘Consulta Integral de Servicios Psicológicos’ también explican que jugar tiene múltiples beneficios para los adultos, sobre todo para contrarrestar las preocupaciones y el estado de estrés al que pueden llevar. “Las vidas de los adultos extremadamente ocupadas o llenas de preocupación y ansiedad por el trabajo, la familia y las facturas”, aseveran. 

Por ese motivo, aseguran, «jugar como un niño ayudaría a los adultos a sentirse más relajados, aliviar el estrés y rejuvenecer la mente y el cuerpo».

En ese sentido, un estudio realizado en Suiza a 255 personas mayores de edad y hasta los 65 años, encontró que aquellas personas que “dedicaban más tiempo a hacer cosas divertidas con otras” experimentaban al final una vida mucho más satisfactoria. Además, gracias a ello también contaban con una mejor forma física. 

Para Meredith Sinclair, autora del libro ‘Bien jugado: la guía definitiva para despertar el espíritu juguetón de su familia’, “cada vez más padres se quejan de que ya ni siquiera recuerdan cómo jugar”. Para la escritora, “las familias simplemente han olvidado cómo jugar por culpa de los estilos de vida agitados y una sobrecarga tecnológica constante”. 

Por eso, explica que hoy en día los adultos necesitan volver a aprender cómo integrar el juego divertido y creativo en su vida diaria.

Es más, el juego no solo es beneficioso para las personas adultas, sino que también lo es para las personas mayores. Carmen Gloria Muñoz es doctora y terapeuta ocupacional de la   facultad de medicina de la Universidad Austral de Chile y ha publicado un estudio cuyo objetivo fue identificar el valor terapéutico del “juego” en personas mayores. 

La conclusión del estudio es clara: las actividades recreativas tienen fines terapéuticos para las personas mayores, aunque hay que ayudarles a tenerlas porque al ser actividades no productivas no se dan con asiduidad. 

Fuentes

Mercedes Bermejo es vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid

Stuart Brown, médico, psiquiatra e investigador clínico

Peter Gray, psicólogo y profesor investigador en la universidad de Boston College

Instituto Nacional del Juego en Estados Unidos

Consulta Integral de Servicios Psicológicos de Nueva York

Carmen Gloria Muñoz, doctora y terapeuta ocupacional de la facultad de medicina de la Universidad Austral de Chile

Estudio ‘el bienestar de los adultos juguetones’

Meredith Sinclair, autora del libro ‘Bien jugado: la guía definitiva para despertar el espíritu juguetón de su familia’

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