MILLI VANILLI, O EL “PACTO CON EL DIABLO” QUE CAMBIó PARA SIEMPRE LA HISTORIA DEL POP

Es 21 de febrero de 1990, noche de los Gramny. La ceremonia está siendo televisada en directo desde de Shrine Auditorium de Los Angeles y todas las miradas están puestas sobre Milli Vanilli, un dúo R&B procedente de Munich e integrado por los esculturales Fab Morvan y Rob Pilatus. Se acababan de abrir paso hasta los corazones adolescentes de ambos lados del Atlántico gracias a Girl You Know It's True, un éxito de tales proporciones que la revista Time bautizó a Rob como “el nuevo Elvis”, haciéndose eco de, bueno, sus propias palabras. El joven ídolo pop también declaró en aquella entrevista que la música de Milli Vanilli eran superior a las propuestas de Bob Dylan o Mick Jagger, si bien más tarde aduciría que sus palabras fueron sacadas de contexto en un idioma, el inglés, que aún no dominaba del todo, algo que nadie podría decir tras escucharlo en Girl You Know It's True y el resto de canciones de su primer álbum. Puede sus fans ya hubieran empezado a notar un marcado contraste entre el acento alemán de sus entrevistas y la perfecta pronunciación de sus hits, pero nadie dijo nada. Al menos, de puertas afuera: para cuando Fab & Rob saltaron al escenario de los Grammy a principios de 1990, gran parte de la industria musical estaba más que enterada de que los chicos no cantaban. Eran bailarines magníficos, sí, pero aquellas no eran sus voces.

Y, cuando participas en una gala de premios que prohibe expresamente el playback durante sus actuaciones, eso puede ser un problema.

Frank Farian, el Svengali del dúo, había inscrito a sus muchachos en todos los premios anuales salvo en los Grammy por esa simple razón, tarea en la que, al parecer, fue apoyado por el superproductor norteamericano Clive Davis, quien obtuvo los derechos de su debut para el sello BMG nada más enterarse de sus cifras de ventas europeas. Su plan fracasó cuando alguien en Gallin-Morey, su agencia de representación, se dio cuenta de lo que parecía ser un error e inscribió por su cuenta a Milli Vanilli en la categoría de Mejor Artista Revelación. Tras (probablemente) zarandear durante cuarenta minutos seguidos a esta pobre criatura por hacer bien su trabajo, Farian y Davis entraron en control de daños, intentando por todos los medios que los productores de la ceremonia les dejasen hacer una excepción. Ken Ehrlich recordó en Variety que el de Milli Vanilli fue uno de los pocos playbacks a los que terminó accediendo en sus cuatro décadas supervisando los Grammy: “Lo había hecho por primera vez con Janet Jackson unos años antes (…) Sus representantes amenazaron con sacarlos de la gala. Por aquel entonces tan populares que cedimos. Pero se les daba bien. Incluso yo pensé que cantaron de verdad”.

Se les daba tan bien que, de hecho, aquella noche ganaron el Grammy a Mejor Artista Revelación, superando así incluso los sueños más salvajes de un Farian que ya había hecho esto antes. En los años setenta, y tras aceptar que su talento como productor superaba con mucho sus dotes como cantante, este alquimista del pop diseñó un concepto destinado a convertirse en toda una sensación a escala europea: Boney M., aquel cuarteto de vocalistas y bailarinas que parecían la pura encarnación de la música disco más disfrutona. Su líder, el carismático Bobby Farrell, jamás cantó una estrofa: simplemente movía los labios mientras sonaba la voz del propio Frank Farian. Hacia la segunda mitad de los ochenta, a medida que la propuesta de Boney M. empezaba a quedarse desfasada, la idea de volver a hacer lo mismo con un conjunto R&B empezó a tomar forma en la mente del productor, quien descubrió a un par de bailarines extraordinarios y les puso por delante un contrato draconiano (¡ni siquiera tenían derecho a royalties!) al que, por desgracia, no pudieron negarse. Aparte de necesitar el dinero, Fab & Rob declararon más tarde que se sintieron manipulados en todo momento por Farian, quien ejercía sobre ellos una autoridad casi despótica y controladora. Tal como ellos lo veían, habían firmado un pacto con el Diablo, pero durante un tiempo creyeron de verdad que Milli Vanilli (es decir, la gran farsa para la que prestaron sus cuerpos) podría ser el trampolín de sus carreras. Una fase que podrían superar antes de mudarse a pastos más verdes, sin que nadie se enterara de lo que había ocurrido en realidad.

El problema fue que hicieron su trabajo demasiado bien: Girl You Know It's True (título irónico donde los haya) los transformó en supernovas de la noche a la mañana, dado que Farian puso a trabajar en ella a los mejores profesionales de la industria, pero no hay duda de que Fab & Rob poseían ese factor X que distingue a los verdaderos ídolos adolescentes y que, sencillamente, no se puede comprar. Así, desde su desembarco norteamericano la pareja se vio sometida a unos niveles de exposición peligrosos e incontrolables, tal como la ejecutiva de MTV Beth McCarthy-Miller pudo comprobar durante su primera entrevista para el canal. “Todos pensamos: ‘No puede ser que estos tíos canten esas canciones, ni siquiera hablan inglés’”, recuerda en la historia oral I Want My MTV: The Uncensored of the Music Revolution.

En ese mismo libro, Fab Morvan describe la situación como una genuina pesadilla para todo aquel que alguna vez haya sufrido el síndrome del impostor: “No habíamos sido contratados (por Frank Farian), sino atrapados. Firmas un contrato discográfico con un productor importante y te dan un pequeño adelanto. ‘Guay, vamos a comprar algo de comida, algo de ropa, cuidar nuestra imagen, nuestros peinados’. Entonces nos dice: ‘Tenéis que hacer playback. Si queréis romper el contrato, deberéis devolvernos todo el dinero que os hemos pagado’. Llegados a ese punto, ¿qué podíamos hacer? La única manera que teníamos de saldar nuestra deuda era trabajando, haciendo lo que nos decían. De modo que lo hicimos, y entonces te vuelves adicto a ese estilo de vida, a ser una estrella del rock. ¿Quién no querría ser una estrella del rock? Pero al final, cuando se acaba la fiesta y te quedas solo, te enfrentas a la realidad: ‘Maldita sea, no era yo quien cantó esas canciones’. Y eso duele. Fue una de las razones por las que nos refugiamos en la noche. Ya sabes: sexo, drogas, alcohol. La noche es tu mejor amiga cuando quieres escapar de la presión. Y, a medida que vendes más discos, aumentan las exigencias. Tienes que asegurarte de esconder bien ese secreto tan pesado. Creo que generamos 250 millones, de los cuales no vimos prácticamente un duro”.

La primera gran grieta en el espejismo ocurrió durante una gira patrocinada por la propia MTV, en la que Milli Vanilli compartían cartel con Paula Abdul, Information Society y Tone Loc, entre otros. El 21 de julio de 1989, Fab & Rob salieron a cantar (bueno, ya nos entiendes) en un parque temático de Connecticut, y todo iba bien hasta que la máquina se rompió y la frase "Girl, you know it's..." empezó a escucharse en bucle por los altavoces del escenario. Sin saber qué demonios hacer, Rob Pilatus entró en pánico y salió corriendo hacia el camerino, si bien la gente de la MTV consiguió convencerlo minutos después de reunirse con su compañero y terminar la actuación, pues el fallo técnico ya había sido subsanado. Según parece, el público de aquel parque de atracciones no le importó en absoluto lo que había ocurrido: la mayoría de ellos pensó que los directos de Milli Vanilli debían apoyarse en una serie de backing tracks pregrabados, una práctica muy habitual en la música pop. No obstante, la gala de los Grammy no es un concierto veraniego en Connecticut: por muy bien que hicieran ese playback ante una audiencia millonaria, todo el mundo en la industria sabía que habían hecho playback ante una audiencia millonaria. Algo no encajaba. Algo olía a podrido. Con todo, no existió ningún reportaje de investigación que sacase a la luz el secreto, sino que fue el propio Frank Farian quien destruyó a Milli Vanilli con el mismo complejo mesiánico que había desplegado para crearlos.

Y todo porque los muchachos le pidieron un trato más justo, sobre todo después de haberse convertido en superventas y ganadores del Grammy. Incluso se conformaban con poder cantar un par de temas en su segundo álbum. Cuando Fab & Rob amenazaron con hacer público su gran secreto (un farol como una catedral), negándose a seguir adelante hasta que sus contratos se renegociaran, Farian consideró que sus juguetes se habían vuelto difíciles e impredecibles. Así que los rompió: unas simples declaraciones en Reuters bastaron para acabar no solo con Milli Vanilli, sino también con las carreras de sus integrantes. Una semana más tarde, el 20 de noviembre de 1990, Fab & Rob convocaron una rueda de prensa en Hollywood para anunciar que devolverían su premio Grammy a la academia, un día después de que su presidente se lo revocase de manera oficial. Es, de momento, la primera y única vez en que ha ocurrido algo así. Tanto la prensa como la opinión pública decidieron culpar de lo sucedido a las caras visibles, cuando realmente fue su productor quien orquestó todo desde cero y, cuando se cansó, los puso a los pies de los caballos sin excesivo miramiento. El paso del tiempo no solo ha cambiado esa perspectiva, sino también la propia percepción pública del dúo: si todo el mundo aceptaba sin problemas a Boney M., ¿por qué se escandalizaron tanto con Milli Vanilli? Hoy sabemos que la autenticidad en la música pop es siempre un espejismo. Y lo aceptamos. Sin embargo, había demasiado puro algo en estos dos artistas. Su carisma parecía sincero, transparente. Sus fans se lo tomaron como algo personal, como si Fab & Rob les hubiesen mentido a la cara. Cualquier plan para dejar atrás la polémica y reinventarse, tanto en conjunto como en solitario, estaba condenado al fracaso: tras la pérdida de la inocencia, nada vuelve a ser igual.

Ahora, esta épica tragedia de ascenso y caída ha dejado de pertenecer en exclusiva al género documental: la película alemana Milli Vanilli: Girl You Know It's True presenta a dos actores debutantes, Tijan Njie y Elan Ben Ali, en la piel del difunto Rob Pilatus y Fab Morvan, mientras que Matthias Schweighöfer (el Heisenberg de Oppenheimer) da vida a Farian. Se trata del último eslabón en una cadena de reinterpretación cultural que está sirviendo para exonerar a Fab & Rob de los cargos que se les imputaron durante su caída en desgracia, dado que ahora tenemos información suficiente como para concluir que fueron más víctimas que verdugos. Como mínimo, debemos reconocerles que no tiene que ser nada sencillo bailar así de bien mientras consigues que los movimientos de tus labios encajen perfectamente con el playback. Eso como mínimo.

2024-03-25T10:58:16Z dg43tfdfdgfd